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Los bebés, generalmente, duermen en la misma habitación con los padres durante el primer año de vida y esto es una necesidad, ya que deben satisfacer sus necesidades de cuidados: alimento, sueño, estimulación, apego. Pero ¿Cómo hacer el cambio?
Comenzá por crear una espacio que el niño reconozca como suyo. Un lugar cálido en el que se desplieguen algunas rutinas durante el día, como jugar con sus juguetes, compartir momentos con mamá y papá como lectura de cuentos, siestas, cambio de pañales y ropa.
De a poco hay que iniciar la rutina de sueño en este nuevo espacio. Para ayudar a los niños a dormir solos en su habitación es muy importante establecer una rutina sencilla, replicable en cualquier momento y lugar (casa de abuelos, vacaciones y otros) de manera que sientan la confianza en sí mismos y la seguridad que necesitan para poder lograrlo.
Dormir solos en su habitación, como cada cosa que nuestros niños hacen por sí mismos, son parte de su crecimiento, un logro, y así debemos comunicárselo. Podemos empezar haciéndoles saber lo grandes y valientes que son al intentar aprender cada cosa que le vamos proponiendo, y con nuestra ayuda, van logrando. Pero recordemos que es un proceso, que no es lineal, ni se consigue de un día para el otro.
Además, que duerma solo en su cama no impide que la familia habilite algún momento (las mañanas, fines de semana, cuando no se siente bien, etc.) compartido en familia en la cama de los padres. Pero este momento debe ser de juegos y mimos no para dormir.
A partir de los dos años, es bastante común que se intensifique el miedo a dormir solos, comúnmente aparece el miedo a la oscuridad. Por esto, es importante que los padres tomen las medidas necesarias para superar esta etapa sin ningún problema (velador tenue, objeto de apego, música tranquila, etc.)
Los no...
No alterar mucho las rutinas.
No comer dulces ni bebidas azucaradas por la noche.
No jugar juegos muy excitantes, ni ver televisión, ni videojuegos antes de ir a dormir.
No obligarlos a tener la luz apagada si tienen miedo.
No enojarse si no logra dormirse rápido.
Los sí...
Acondicionar la habitación disponibles para ellos.
Tener mucha paciencia: que tenga la temperatura adecuada, que no haya muchos juguetes a la vista, luz tenue, agua y algún objeto de apego.
Mantener rutinas claras y previsibles: terminar de comer, ir al baño y lavarse los dientes, llevar agua a la cama, acompañarlos darles un objeto que los haga sentir seguros (peluche, chupete, mantita), elegir un cuento, un masaje, un beso y a dormir.
Los primeros días podemos quedarnos en la habitación hasta que se duerma y con los días (a medida que gana confianza) ir saliendo antes de la habitación, si nos llama volvemos inmediatamente. Tiene que saber que si nos necesita vamos a ir.
Si se despierta durante la noche y va a la cama de los padres lo ideal es que lo acompañen de vuelta a su cama y lo ayuden a volver a dormirse. Por eso, el mejor momento para empezar con esta nueva enseñanza, es un fin de semana largo o vacaciones para estar más disponibles.
Los beneficios...
Aprenden a ser independientes.
Logran madurez emocional.
Logran un descanso optimo para su desarrollo.
Adquieren individualidad y autonomía.
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